sábado, 29 de enero de 2011

Renacimiento Inglés

 
Sir William Shakespeare
 
 

En abril de 1564, el mismo año en que el Renacimiento Italiano perdía su mayor artista, Miguel Ángel, y cuando Cervantes era aún adolescente que vagaba por las calles de Sevilla, nació William Shakespeare, el mayor poeta del Renacimiento Inglés, en la pequeña ciudad de Stratfor-upon-Avon, en el corazón de Inglaterra.

El amor a la campiña inglesa que impregna toda su obra, deriva sin duda del recuerdo de sus años de juventud a orillas del pacífico rió Avon. Su padre, Juan Shakespeare, a la vez labrador y comerciante, gozaba de una posición acomodada, como primer magistrado de la ciudad durante varios años; al parecer, su esposa procedía de excelente familia.

El joven Shakespeare aprendió en su hogar cortesía y buenos modales, y recibió en la escuela latina de la pequeña ciudad educación conveniente; pero cuando el muchacho contaba unos catorce años, su padre, quebrado en los negocios, no pudo costear más tiempo los gastos de sus estudios.

A partir de entonces, William debió arrastrar una existencia bastante desordenada. De la que conocemos muy pocos detalles. Parece cierto, sin embargo, que se casó a los dieciocho años con la hija de un aldeano de la vecindad, llamada Ana Hathaway, que contaba unos siete u ocho años mas que el, boda que hubo de celebrarse a toda prisa, ya que el primer hijo nacería en cinco meses. Dos años más tarde, la joven pareja celebraba el nacimiento de un segundo hijo, luego se desvanecen las noticias sobre Ana Shakespeare, y poco se sabe también de los hijos.
 
Así fue como antes de alcanzar la edad adulta, Shakespeare debía mantener una familia, con el agravante que su padre ya no estaba en condiciones de ayudarlo. Según parece, trató durante algún tiempo de ganarse la subsistencia ejerciendo de maestro de escuela; en 1586 partió para Londres, a fin de buscar mejores perspectivas para el futuro. Es probable que fundara sus esperanzas en el vibrante interés que la Inglaterra Isabelina, y muy especialmente Londres, sentía por el teatro.
En aquella época, para los cien mil habitantes con que contaba Londres, sostenía tres grandes teatros y otras salas de menor importancia, de modo que la capital ofrecía oportunidades a un buen actor. De nuevo seguimos sin noticias acerca de la vida de Shakespeare en Londres antes de 1594, año en que ingreso en una compañía teatral. Cuando en ella se percataron que el nuevo actor sabía también escribir piezas dramáticas, se le abrió el camino de la celebridad. Uno de los primeros dramas que estrenó, consiguió un éxito inmediato.
 
El teatro de Shakespeare
 
Shakespeare se inspiraba para sus asuntos en cualquier fuente de origen o procedencia, en antiguas crónicas y leyendas populares, en colecciones de cuentos italianos o en las clásicas biografías de Plutarco. Según costumbre de la época, tomaba sus argumentos de otras obras más antiguas, pero sabia adaptar maravillosamente cada asunto para convertirlo en una obra original, dejando muy atrás a todos sus modelos en cuanto a la pintura de los caracteres. En la descripción acabada de los conflictos que desgarran el alma humana, Shakespeare superó con mucho a todos sus predecesores literarios.
Sus obras logran revivir para la posteridad toda la pintoresca Inglaterra isabelina, resucitando con arte sorprendente y magnifico la diversidad incomparable de sus tipos, escogidos de entre todas las clases sociales. Sus personajes podrán llevar nombres griegos o romanos, pero siguen siendo súbditos de la reina Isabel, y aunque el espíritu renacentista se expresa con vivacidad en los dramas de Shakespeare, estos ahondan sus raíces en los últimos tiempos de la Edad Media, época de apasionados contrastes.
En sus obras, Shakespeare afrontó los grandes problemas de la existencia. Así Otelo, es la tragedia Universal de los celos; Macbeth, la de la ambición política, y Rey Lear, la de la humana ingratitud.
Shakespeare obtuvo éxitos aún más de espectaculares con sus primeras comedias: Comedia de equivocaciones, adaptación libre de los Menechmos de Plauto; Trabajos de amor perdidos y La fierecilla domada.
Cuando Shakespeare escribía las obras que acabamos de citar, atravesaba aun sus años de aprendizaje, si bien alcanzo con rapidez extraordinaria la plena maestría teatral con Romeo y Julieta, el más famoso drama de amor en todas las literaturas. Romeo y Julieta acaso sea entre todas las tragedias de Shakespeare la más conmovedora, aunque tampoco es original su argumento, que tomo de una narración del italiano Mateo Bandello. El drama se desarrolla en Verona, en una atmósfera de pasión característicamente meridional, con el trasfondo de la lucha entre dos familias rivales –Capuletos y Montescos-, causantes del sacrificio de los dos jóvenes enamorados.
 
Triunfo de Shakespeare
 
Cuando Shakespeare escribió en 1594 Sueño de una noche de verano, logro equilibrar su economía lo suficiente como para poder ayudar a su arruinado padre. A la edad de treinta años se convirtió en copropietario de un nuevo teatro en Londres y fue elevado a la nobleza. Aunque entonces los actores eran en general considerados como simples charlatanes. Pronto el gran poeta adquirió la propiedad de la más hermosa casa de Stratford. Se sentía feliz.
Después de este periodo comediógrafo, se inicio en la vida literaria de Shakespeare la época de las tragedias. Se supone que este cambio fue consecuencia de haber sufrido una crisis espiritual, o quizás también como una expresión del profundo dolor del pueblo inglés ante la ultima enfermedad y muerte de su estimada reina Isabel. Entre estas se destacan: Julio Cesar, Hamlet, Otelo, entre otras grandes que sucedieron a Otelo.
 
Muerte de Shakespeare
 
En abril de 1616, poco después de cumplir los 52 años, murió el mayor poeta de Inglaterra, atacado por un repentino acceso de fiebre, quizás en el mismo día que expiraba Cervantes padre espiritual de Don Quijote. Sobre el sepulcro del gran poeta, en la iglesia de Stratford, su familia erigió un monumento cuyo busto es, junto con el grabado del frontispicio de sus obras impresas, el único retrato autentico de aquel hombre genial, aunque poco conocido de sus contemporáneos

 

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